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La hora de las gaviotas, de Aurelio González Ovies

Aurelio González Ovies

Lahoradelasgaviotas.blogspot.com


Era 1992 y en todo el mundo se sucedían celebraciones y tomas de conciencia a propósito de 500 años del Descubrimiento de América. La Hispanidad se festejaba a sí misma con lo que entonces tenía, se sucedían conciertos, exposiciones, conferencias, programas de televisión, películas, discos, ediciones de libros...

Ese año en el panorama literario español y en las avenidas creadas por dos concursos de solera aparecieron dos libros de un joven autor destinados a convertirse en el tejido psíquico de una generación en busca de sentido: Vengo del Norte (accésit del premio Adonáis) y La hora de las gaviotas (Premio Hispanoamericano de Poesía Juan Ramón Jiménez).

Aurelio González Ovies desde su juventud más temprana se ha visto destinado a expresar la voz doliente y esperanzada de una nueva humanidad a la que ha cincelado hacia sus orígenes a golpes de sinceridad y de belleza. No hay nada que Aurelio haya escrito que no haya sentido previamente hasta la raíz. Signo sagrado de él mismo, el poeta habita en moradas de silencio y modestia que no son fáciles de comprender para una industria y para una sociedad editorialmente acostumbrada a procesos de fama y márketing.

La hora de las gaviotas entrega al lector la juventud eterna de lo humano. Potentes imágenes del mundo también en plenitud juvenil. El amor como la realidad que permea y mantiene unida la estructura del cosmos. Si pudiera observarse al microscopio, se encontraría que esa hora de gaviotas posee sentido y belleza en cada uno de sus nanosegundos. Es tiempo pleno, tiempo recordado y vislumbrado. Es Memoria y Profecía y sobre todo Belleza. Y Verdad. Y Palabra.

Palabras de esas horas dedicadas a nombres concretos, a personas. A los míos, dice el poeta. Esos míos en los que acabamos por convertirnos o a los que acabamos por querer tan entrañablemente como la voz que los ha cantado, que los ha evocado y a algunos salvado de la muerte que es el olvido y a otros prometido esa vida eterna que es el anverso de la moneda del amor.

A veinte años de haber obtenido el Premio Hispanoamericano de Poesía Juan Ramón Jiménez, el libro de Aurelio González Ovies, editado una sola vez, ha sido pronunciado veces incontables, encarnado y llorado, apetecido y añorado. Las nuevas tecnologías, manipuladas por seres concretos, por personas, por esos míos del poeta que cada vez son más, han reproducido los versos del libro también en incontables sitios electrónicos. No hay barreras para esta Palabra con alas toda tiempo y toda luz que al abrirse sobre nosotros nos enciende para siempre en la hora de las gaviotas.

María García Esperón

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